domingo, 19 de octubre de 2008

Día 3: Los museos capitolinos y el trastévere

Tercer día de nuestra visita a Roma, en la que nos íbamos a dedicar a ver los museos Capitolinos y el trastévere, que es un barrio al otro lado del tíber.

Distancia recorrida: 11 Kms

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Amanece como siempre, osea, demasiado pronto para estar de vacaciones. El día que nos espera no es quizá demasiado duro, a priori, claro, pues los museos capitolinos nos llevarán toda la mañana, y por la tarde deambularemos por el trastévere y el centro de Roma de nuevo, buscando nuevos rincones que sólo se descubren cuando se viaja sin rumbo y con mucho tiempo. y es que da gusto viajar así, con sólo un itinerario aproximado, que puede adaptarse a medida que el día avanza.
Empezamos por visitar la iglesia de San Pietro in Vincoli, iglesia donde se puede observar el impresionante Moisés de Miguel Ángel (gratis, pero para ver el moises iluminado tienes que echar 50 céntimos en una maquinita). La verdad es que la iglesia no estaba mal, pero cualquiera de las esculturas que pudieras encontrar dentro quedaba eclipsada por la magnificencia del Moisés.

Que quieres que te diga, a mi este agarramanos me da mal rollo...



He aquí el Moisés...

Una vez visitada la iglesia nos dirigimos hacia los museos capitolinos, muy cerca del foro de trajano que visitamos el primer día. Entrar en los museos vale unos 9€ pero hay unas cuantas esculturas que no podíamos dejar pasar, como son el espinar o la loba capitolina. Las fotos dentro del museo están permitidas, pero la ferrea vigilancia impidió que hicieramos fotos graciosas, que colgaré a su debido tiempo.
Una vez visitados los museos capitolinos pasamos a visitar el monumento a Vitorio Emmanuelle II (más conocido por los Andújar como la máquina de escribir) que es basicamente un monumento megalítico creado en honor del primer rey de la Italia unificada. Enorme y hecho de mármol, y, al parecer, sobre restos arqueológicos del foro. Pero eso da lo mismo, porque al fin y al cabo, se hizo en honor de un rey.... Y ya que estábamos por allí nos quedamos un rato mirando la manifestación que había organizada, y que le daba al tráfico romano un aspecto si cabe aún más caótico (y es que le tengo manía a los italianos cuando conducen por no respetar las mínimas normas de circulación, como ceder el paso antes de entrar en una rotonda, o respetar a los peatones en los pasos de cebra...)
Concluida nuestra visita a este monumento nos encaminamos hacia el Tíber, pasando antes por el barrio judío. Y es que debían de estar a fin de año o algo así porque estaban de celebración (yo eso supuse en Madrid cuando el día antes de irme estuve media hora oyendo fuegos artificiales) por lo que pudimos disfrutar de unos postres típicos judíos parecidos al mazapán, mientras comíamos a la orilla del río.
Después de comer empezamos a deambular por el trastévere, un barrio cuya visita es obligada. Y digo es obligada no sólo porque tiene alguna cosilla interesante de ver (como una iglesia) sino porque el paseo por sus calles te da la sensación de haberte ido a la Italia más profunda, y Mediterránea, a la Italia de la tranquilidad. Calles semi desiertas (quizá tuvo algo que ver el calor que hacía y que eran las 4 de la tarde) y todo como muy de película.
Saliendo del trastévere volvimos al centro romano, a vagar un rato por el centro, sin ningún objetivo concreto. Volvimos a la plaza Naboba, y volvimos a comer otro delicioso helado.

La Plaza Nabona

Nuestro paseo por el centro también supuso mi negativa a volver a pasar por la fontana de Trevi, por lo que tuvimos que andar rodeándola (si es que ya la tenía muy vista, y los dos días después también me tocaría verla casi seguro). En nuestro vagar, o quizá porque el jefe de la exploración (Rodrigo) lo tenía preparado creo recordar que visitamos la catedral del Papa Negro, que es el lider de los Jesuítas. La iglesia jesuíta es curiosa, relativamente austera en el exterior, pero un interios muy adornado de mármoles y oro.
Después de esto, vuelta al hostal y búsqueda de un sitio para cenar. Volvimos a intentarlo con la Ttratoria que estaba cerrada el día anterior, pero seguía cerrada. Y por no acabar en el restaurante italochino de nuevo, nos metimos en un restaurante que hacía esquina a nuestro hostal. La cosa pintaba sobre todo cara. Y se empezó a poner chunga cuando 45 minutos después de haber pedido 4 platos de pasta todavía no nos los habían puesto. Tras varias quejas a los camareros (que es que tarda mucho en hacerse la pasta, que ahora viene) nos traen unas exíguas raciones de pasta. Porca Miseria... pero qué me estás contando... Como castigo por su pésimo servicio y porque necesitábamos uno para hacer los bocadillos del día siguiente, en un arrebato de valor les robé un cuchillo de estos de untar mantequilla (lo hice por necesidad, no me juzgueis, sobre todo tú, tata....) escondido en el calcetín izquierdo. En realidad la idea era tomarlo prestado, pero os he de confesar que no sé que pasó con el cuchillo al final, yo seguro que no me lo traje, pero no recuerdo si al final lo devolvimos al restaurante o no...
Total que como Fer y yo teníamos todavía hambre (lo que come ese chico) nos fuimos a la pizzería de la esquina. Las pizzerías allí son ligeramente diferentes a las de aquí. Si aquí te cobran lo mismo sea cual sea la porción que te den (y en algunos casos la diferencia puede ser sustancial) allí las pesan y te cobran lo que deben de cobrarte. Después se equivocan al darte las vueltas, o al darte las pizzas que habías pedido (que casualidad se les olvidó meter un trozo en la caja, y devolvernos un euro). Menos mal que Fer estaba ojo avizor y protestó y protestó hasta que conseguimos que todo estuviera correcto. Cosas del sistema de educación italiano, supongo...

1 comentario:

tata_ogg dijo...

ese es el ejemplo que dais al mundo? para es o os dejo salir fuera? para que os dediqueis a delinquir? si es que no se os puede dejartsolos. ;)